
Espacios comunes
La vida compartida
En cada gesto cotidiano florece la armonía.
En POSADA DE LA LUZ, los espacios comunes son la respiración de la casa.
Aquí se comparte el silencio, el fuego, la mirada y el aroma del jardín.
Cada estancia tiene su propio pulso: unas invitan al encuentro, otras al sosiego.
Todo habla de equilibrio, respeto y presencia.




La cocina y su galería
El fuego conversa con la luz y el agua responde cantando
La cocina es el alma cálida de la Posada.
Desde su galería acristalada se abren los ojos al jardín, donde la higuera y el laurel custodian los aromas del día.
Una gran cocina para cocinar y reunirte con tus nuevos compañeros de casa.
Aquí se mezclan risas, pan recién hecho, la mermelada de nuestros higos, la calma del amanecer y mucha felicidad.
El salón y su terraza
El mirador del alma
Desde aquí, la luz conversa con el paisaje.
El salón se abre al horizonte del jardín y, más allá, a Torralba.
Sus tejados y su iglesia mozárabe parecen detenerse en el tiempo.
Aquí se conversa, se contempla y se sueña : el alma encuentra una ventana por donde respirar.








Zona de trabajo
El espacio donde germinan las ideas
El silencio también es una herramienta de creación
Amplia y luminosa, la zona de trabajo mira a la calle con atención tranquila.
Es el lugar donde las ideas germinan despacio y el pensamiento toma forma.
Aquí la concentración es un arte, y el tiempo se vuelve fértil.
Zonas paso y relax (planta 2ª)
Entre un paso y otro, el alma se sienta a leer.
Antes de los dormitorios, dos amplios espacios se abren a la pausa.
Sillones, silencio, libros: la invitación perfecta a detenerse.
Aquí, el tránsito se convierte en descanso y la lectura en hogar.








Los baños - El agua y la luz
El agua recuerda el silencio y repite la música de la vida.
En la Posada, cada baño guarda su propio modo de calma.
Algunos se abren al jardín y huelen a hojas frescas, otros respiran vapor y silencio.
El agua cae despacio, reflejando la danza de la luz y el movimiento de las ramas.
Son lugares donde el cuerpo se aquieta, el pensamiento se disuelve y el alma se limpia de ruido.
La terraza al cielo
El mirador de la luz
Aquí la casa respira cielo, y el alma se ensancha con la luz.
En lo más alto de la Posada, donde los tejados tocan el aire, se abre una terraza que abraza el horizonte entero.
Desde aquí se contempla el pueblo : sus calles silenciosas, la iglesia mozárabe, los campos que cambian de color con la tarde.
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Al amanecer, la luz despierta como una plegaria sobre las casas.
Al caer el sol, el cielo se incendia de cobre y violeta.
Y cuando llega la noche, las estrellas parecen tan cercanas
que uno podría tocarlas con el pensamiento.
Es un lugar para sentir el tiempo sin medirlo, para dejar que la mirada viaje más lejos que los pasos.






